El insomnio es un trastorno del sueño muy frecuente. Consiste en la dificultad para conciliar el sueño, para permanecer dormido o para ambas cosas, aunque se disponga de tiempo suficiente y de un ambiente en el dormitorio que promueve el sueño reparador.
Los síntomas del insomnio pueden superponerse a los de otros trastornos del sueño. Por eso, es importante consultar con un profesional en lugar de autodiagnosticarse, según recomendó la Fundación del Sueño de los Estados Unidos.
Si no se trata, el insomnio puede llevar a la privación de sueño a largo plazo, un problema que puede aumentar el riesgo de abuso de sustancias, dolor crónico, cardiopatías y diabetes.
Tanto las formas agudas como crónicas del insomnio son muy frecuentes. Aproximadamente, 1 de cada 3 adultos en el mundo tiene síntomas de insomnio, y alrededor del 10% de los adultos cumplen los criterios para padecer un trastorno de insomnio, informó la Clínica Cleveland de los Estados Unidos.
¿Cuáles son los síntomas del insomnio?
Entre los problemas de sueño más comunes que pueden indicar la presencia de insomnio, según la Fundación del Sueño se incluyen:
Problemas para conciliar el sueño
Dificultad para permanecer dormido durante toda la noche
Despertar temprano por la mañana
Resistencia a dormir a la hora de acostarse en niños y adolescentes
Dificultad para dormir sin la ayuda de un cuidador en niños y adolescentes
Además, el insomnio provoca síntomas diurnos relacionados con la pérdida de sueño. Las personas con insomnio a menudo afirman sentirse fatigadas durante las horas de vigilia, lo que puede provocar alteraciones de la atención o la memoria.
La somnolencia relacionada con el insomnio puede afectar al rendimiento laboral, escolar o social, y aumentar el riesgo de accidentes. El insomnio tiene el potencial de influir negativamente en la salud conductual y puede contribuir a casos de irritabilidad, hiperactividad o agresividad, especialmente en los niños.
¿Qué es lo que provoca el insomnio?
Hasta dos tercios de las personas experimentan síntomas de insomnio ocasionalmente durante la vida. Esos episodios de insomnio pueden o no cumplir con los criterios para un diagnóstico formal de insomnio, dependiendo de su duración y de si causan angustia o interfieren en el funcionamiento diario.
Pero “es importante que cualquier persona preocupada por su sueño consulte a un profesional de la salud para acceder a un diagnóstico y un tratamiento adecuados”, dijo a Infobae el doctor Daniel Pérez Chada, director de la Clínica del Sueño del Hospital Universitario Austral y presidente Fundación Argentina del Sueño.
Hay muchas causas que pueden provocar insomnio en las personas. Una causa es la higiene inadecuada del sueño, que incluye acciones como consumir cafeína y/o alcohol, actividad física intensa antes de dormir, horarios irregulares de acostarse/levantarse, permanecer muchas horas en cama, realizar actividades intelectuales antes de dormir, entre otras.
Se debería “evitar dormir siestas prolongadas”, resaltó Pérez Chada. Es decir, no es conveniente dormir más de 40 minutos por la tarde. Ni tampoco aconseja las siestas al atardecer. “El horario de la siesta más conveniente es en las primeras horas de la tarde”, aclaró.
También si las personas tiene enfermedades como los trastornos de salud mental como ansiedad y depresión o las condiciones que generan dolor o falta de aire, como las enfermedades reumáticas, la fibromialgia, EPOC, asma, insuficiencia cardiaca, reflujo gastro-esofágico, úlcera gástrica/duodenal.
Existen enfermedades que ocurren durante el sueño, como síndrome de apnea del sueño, síndrome de piernas inquietas, movimientos periódicos de las piernas, que también pueden hacer que la persona tenga dificultad para dormirse. El uso de medicamentos (estimulantes, antidepresivos, supresión de sedantes o hipnóticos), y un patrón de sueño irregular como los horarios de trabajo rotativo son también factores que influyen.
En algunos casos, el paciente se queja de que no duerme bien a pesar de que los estudios de sueño no muestran anormalidades. Se trata de un pseudoinsomnio.
¿Cómo se trata el insomnio?
Los médicos suelen diagnosticar el insomnio evaluando los hábitos de sueño de una persona y su historial médico. Normalmente, la descripción de los síntomas por parte del paciente sirve de base para el diagnóstico del insomnio.
El tratamiento del insomnio depende del tiempo que una persona lleve con problemas de sueño y de los factores específicos que contribuyan a su pérdida de sueño. Si el insomnio está asociado a otra afección, como la apnea del sueño o la depresión, el tratamiento de la otra afección suele mejorar el sueño.
En el caso de las personas con insomnio de corta duración, la atención puede centrarse en hablar de prácticas que favorezcan la higiene del sueño. El uso temporal de un somnífero recetado puede ser una opción si el insomnio está causando altos niveles de preocupación o angustia.
Hay algunos enfoques terapéuticos para las personas con insomnio que persiste durante semanas o meses. En estos casos, la terapia cognitivo-conductual puede ser el tratamiento inicial más eficaz para el insomnio crónico. Esa terapia ayuda a las personas a controlar la ansiedad que sienten por sus problemas de sueño y a establecer mejores hábitos de sueño.
También existe medicación para dormir, que debe ser indicada por un profesional de la salud. Pero también puede tener efectos secundarios, como somnolencia diurna o confusión. Por eso, debe tener control médico.
¿Qué hábitos incorporar para dormir bien?
La neuróloga Stella Valiensi, presidenta de la Asociación Argentina de Medicina del Sueño, brindó a Infobae recomendaciones para tener un sueño saludable:
Establecer un horario fijo para acostarse y levantarse. Los cambios constantes en los horarios de sueño aumentan la probabilidad de que se generen dificultades graves y crónicas para dormir.
Permanecer en la cama el tiempo suficiente. Pasados los 20 o los 30 minutos de estar en la cama sin poder dormir, se recomienda cambiarse a otro cuarto y hacer otra actividad que requiera poca energía como leer una revista o ver la televisión. Cuando vuelva el sueño regresar al dormitorio. El objetivo es asociar a la cama con quedarse dormido lo antes posible.
Evitar la siesta y las situaciones que la propicien. En casos concretos, se puede permitir una siesta después de comer, de duración no superior a 30 minutos.
Evitar realizar en la cama actividades como ver la televisión, leer, escuchar la radio, comer, hablar por teléfono, discutir… El cerebro necesita asociar el dormitorio y la cama a la actividad de dormir.
Realizar ejercicio suave (por ejemplo, pasear) durante al menos una hora al día, con luz solar, preferentemente por la tarde y siempre al menos tres horas antes de ir a dormir. Si se realiza ejercicio vigoroso en las 3 o 4 horas previas a la hora de acostarse, el sistema nervioso puede activarse y la sensación de somnolencia perderse.
Incorporar cada noche una rutina de acciones que ayuden a prepararse mental y físicamente para irse a la cama. Lavarse los dientes, ponerse el pijama, preparar la ropa del día siguiente e incorporar ejercicios de relajación.
Tomar un baño de agua a temperatura corporal tiene un efecto relajante, por lo que es una actividad que favorece el sueño.
Evitar bebidas que contienen cafeína, como las gaseosas o refrescos y el café, el alcohol y el tabaco, ya que además de perjudicar la salud, perjudican el sueño.
Mantener el dormitorio en una temperatura agradable y unos niveles mínimos de luz y ruido.
Procurar no acostarse hasta que hayan pasado dos horas desde la cena. El hambre y las comidas copiosas pueden alterar el sueño. Procurar no tomar líquidos en exceso al final de la tarde y por la noche. Con esto puede evitar tener que levantarse de la cama para ir al baño.
Fuente: Infobae