El portavoz de la Unión Europea, Peter Stano, informó que todo el personal diplomático de esa organización estacionado en Haití ha sido evacuado.
Stano señaló que la decisión se debe al “dramático deterioro de la situación de seguridad en Haití”.
Desde la salida del primer ministro de facto haitiano Ariel Henry la situación de seguridad de ese país se ha degradado sobre todo en Puerto Príncipe, donde las bandas armadas han doblegado a las autoridades policiales mientras se impone un régimen de terror.
El trazado de Puerto Príncipe ha cambiado. Las zonas sin ley se multiplican. Algunas áreas y barrios han quedado completamente abandonados a las bandas armadas que controlan al menos el 80 % de la capital, obligando a la población a restringir sus movimientos.
La expresión ha pasado de «hasta mañana, si Dios quiere» a «hasta mañana, si los bandidos quieren».
El mañana es incierto. Ante el aumento de la inseguridad, todos esperan «su turno», cuándo les tocará ser víctimas de secuestros, robos, violaciones o ataques armados.
Con el estado de emergencia impuesto, en el área metropolitana de Puerto Príncipe desapareció la vida nocturna. Al caer la noche, las calles están vacías. Los comerciantes abandonan precipitadamente las aceras, que se han transformado en un mercado público donde la basura y la suciedad se codean con la mercancía.
La gente se apresura a volver a casa. Las calles, a las que los haitianos acuden en busca del sustento, se vuelven hostiles. Ahora se dice que «buscar la vida destruye la vida».
La música, incluido el rap que solía apasionar a los jóvenes, pierde el sentido. Rara vez se ve jugar al fútbol o al baloncesto en los barrios donde antes estos deportes eran populares. Tampoco están ya los vendedores de comida que solían instalarse hasta altas horas de la noche, envueltos en un ambiente festivo.
«Las actividades socioculturales están completamente reducidas, también veo a mis amigos que se fueron de Haití y muchos de ellos se están yendo por la violencia. Quiero seguir creyendo en mi país. A pesar de que es complicado vivir con normalidad, debemos luchar para que nuestro hermoso país no desaparezca», agrega Sabin.
Los territorios perdidos y abandonados a las bandas se multiplican. Zonas antaño consideradas seguras se convierten en epicentros de la violencia, provocando la huida de civiles abandonados a su suerte. Es más fácil morir por una bala perdida que encontrar trabajo en un país asolado por el desempleo, que crece a medida que la inseguridad empuja a empresas a la quiebra.